Tocatas y serenatas

  • Música

Hasta hace pocas décadas, las serenatas eran una manifestación artística, cultural, social y romántica apreciable. La película Islote de Contenda nos deja un testimonio vivo de esta verdadera institución que cualquier caboverdiano de edad madura conserva cariñosamente en la memoria. Traduciendo los impulsos de pasión irreprimible del enamorado, éste se dirigía durante la noche a los pies de la ventana de la amada, donde, a la luz de la luna, se liberaban de los violones, cavaquinhos y violines los conmovedores sonidos de la morna, en cuyas melodías subía la voz embargada del joven, en el trance de la duda de ser o no correspondido. Si había consentimiento, no sólo de la amada, sino también (y era importante) de los padres, entonces la silueta de ella asomaba en la ventana, llenando de una alegría incontenible el corazón de él, cuya voz aumentaba, haciendo brotar a su vez en el pecho de ella susurros de ternura. En Cabo Verde muchas veces se preparaban así los noviazgos y las bodas, que más tarde se consumarían entre ceremonias y tradiciones igualmente llenas de simbolismo.

En cuanto a las tocatas, éstas aún hoy pueblan Cabo Verde al caer la tarde, cuando la brisa amaina y grupos de músicos se van juntando en los cafés, plazas y portales, para revivir mornas, coladeiras y los demás géneros de la expresión musical caboverdiana, aún vinculada umbilicalmente al día a día de la población.

Hasta hace pocas décadas, las serenatas eran una manifestación artística, cultural, social y romántica apreciable. La película Islote de Contenda nos deja un testimonio vivo de esta verdadera institución que cualquier caboverdiano de edad madura conserva cariñosamente en la memoria. Traduciendo los impulsos de pasión irreprimible del enamorado, éste se dirigía durante la noche a los pies de la ventana de la amada, donde, a la luz de la luna, se liberaban de los violones, cavaquinhos y violines los conmovedores sonidos de la morna, en cuyas melodías subía la voz embargada del joven, en el trance de la duda de ser o no correspondido. Si había consentimiento, no sólo de la amada, sino también (y era importante) de los padres, entonces la silueta de ella asomaba en la ventana, llenando de una alegría incontenible el corazón de él, cuya voz aumentaba, haciendo brotar a su vez en el pecho de ella susurros de ternura. En Cabo Verde muchas veces se preparaban así los noviazgos y las bodas, que más tarde se consumarían entre ceremonias y tradiciones igualmente llenas de simbolismo.

En cuanto a las tocatas, éstas aún hoy pueblan Cabo Verde al caer la tarde, cuando la brisa amaina y grupos de músicos se van juntando en los cafés, plazas y portales, para revivir mornas, coladeiras y los demás géneros de la expresión musical caboverdiana, aún vinculada umbilicalmente al día a día de la población.

Autoria/Fonte

Armando Ferreira

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