Sal - Roteiro

Vista desde el cielo cuando el avión se acerca a la pista del aeropuerto Amílcar Cabral, muestra un paisaje lunar, en cierto modo decepcionante. Después se presentará como la isla más balnearia y conocida del archipiélago. Nos encontramos en la isla de Sal.

Originariamente su nombre era Lhana, por ser casi llana, a pesar de la peculiaridad de su relieve, pasando a denominarse Sal por la industria que entre el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XX le dio fama, y que hoy está prácticamente abandonada, para dejar lugar casi exclusivamente al turismo.

Actualmente, Sal es la isla con la población más joven del archipiélago, y ha vivido fases distintas de desarrollo que han ido modificando su estilo de vida. En las décadas más recientes surgió la explosión turística de Cabo Verde, a raíz de la cual la isla de Sal se ha convertido en exponente, frecuentada por gente de todo el mundo, pero sobre todo procedente de Europa, a pocas horas de distancia.

Los testimonios de los tiempos de la industria de la sal y aún presentes en el territorio son los de Pedra de Lume, en la región central, no muy lejos de Espargos, principal centro urbano de la isla. La explotación de sal en Pedra de Lume se desarrollaba en el interior del cráter de un volcán extinto. El acceso se realiza a través de un pequeño túnel que parece separar dos mundos, mandado abrir en 1850 por el entonces propietario, António Manuel Martins, que llegó a ser vicecónsul de Estados Unidos y acabó vendiendo Pedra de Lume a franceses de Burdeos, que fundaron en 1919 la Société Salines du Sal y montaron el sistema de transporte que aún se puede ver. En los tiempos dorados de la explotación, la sal se enviaba a toda la costa africana, a Brasil, Inglaterra y Estados Unidos.

Al entrar nos sumergimos en un paisaje único, insólito, donde el color del suelo varía entre el azul turquesa de las aguas, el verde de la vegetación, el castaño de las paredes, el blanco y el rosa de la sal. Imágenes deslumbrantes que quedan registradas en la memoria del visitante. En la actualidad las Salinas de Pedra de Lume son propiedad de la empresa italiana Turinvest Holding, que las dedica a la explotación turística, sirviendo por ejemplo de lugar privilegiado para un descanso reparador y un masaje de sal. Buena oportunidad para recuperar el aliento y continuar el viaje.

La ciudad de Santa Maria, en el extremo Sur de la isla y con fácil acceso desde el aeropuerto, es la zona turística por excelencia, beneficiándose de las ventajas de un extenso arenal dorado de ocho kilómetros y maravillosas aguas turquesa, templadas y transparentes. Además, aquí se encuentran  algunas importantes estructuras hoteleras de Cabo Verde, que han servido de tarjeta de visita para la expansión turística que el país viene desarrollando.

Atractivos durante todo el año, los hoteles de Santa Maria, cada vez más numerosos, han convertido a Sal en un destino turístico muy apreciado en el todo el mundo, donde el turista puede encontrar diversas posibilidades, tanto a nivel de comunicaciones, con las técnicas de última generación, en el acceso a sus cuentas bancarias, con facilidades para retirar dinero, como a nivel de una excelente movilidad, que demuestra la frecuencia de vuelos, tanto a las demás islas del archipiélago, operados por dos compañías nacionales, como a muchos países extranjeros.

En la isla de Sal se ha llevado a cabo el mayor número de inversiones inmobiliarias turísticas, y las que se proyectan para el país en los próximos años, desde Santa Maria hasta Murdeira y Monte Leão, en la costa Oeste, y, en la costa Este, desde Santa Maria hasta Pedra de Lume.

Aparte de las bellezas naturales y las óptimas condiciones de alojamiento, la zona de Santa Maria es un aliciente para los aficionados a los más variados deportes náuticos. Las aguas y los vientos movilizan de tal modo a los practicantes de surf, windsurf y kite surf, que aquí se organizan pruebas de nivel internacional. La pureza de las aguas y el hecho de que se trate de zonas libres de contaminación, garantizan momentos de intenso placer y emoción también para los practicantes de la pesca deportiva, siendo posible adquirir paquetes variados en las agencias de Santa Maria, y del submarinismo, actividad en la que incluso se puede tomar clases y realizar cursos completos.

La artesanía tiene actualmente un atelier, en pleno centro de la Ciudad de Santa Maria, donde artistas locales pueden dar rienda suelta a su imaginación, creando piezas artísticas a partir de simples piedras, corales o conchas, o a través de la pintura y la tapicería. Sin embargo, la gran mayoría de la artesanía que se vende en la isla es de origen continental, por tanto se debe prestar una atención especial al aumento de la producción nacional.

Los apasionados del todoterreno también tienen en Sal un territorio propicio, explorando el relieve arenoso de la isla y buscando rincones pintorescos en un paisaje árido pero lleno de contrastes, que explican claramente que lo que se ve desde el cielo se asemeje a un ambiente lunar.

Si Lhana fue el nombre original de la isla por ser considerada llana, estos descubrimientos permiten apreciar hasta qué punto el nombre original no siempre corresponde a la realidad.
En una de esas expediciones, por ejemplo a las zonas situadas al Noroeste de la isla, el viajero puede encontrar, pasada Palmeira, la villa portuaria de Sal, y Regona, una zona recortada de la costa de especial belleza, un fenómeno natural único en el archipiélago y que se conoce como Buracona. Se trata de un amplio orificio que se ahonda a través de la roca y del cual sólo se consigue ver el fondo con la luz de mediodía, cuando los rayos solares tienen una incidencia exacta. Además de saciar la curiosidad suscitada por la originalidad del fenómeno, el visitante también puede apreciar hasta qué punto son puras y exentas de contaminación las aguas de esta isla.

En las inmediaciones de Buracona, las concavidades naturales en las rocas forman piscinas abastecidas regularmente por las mareas y los envites del oleaje, presentándose una de ellas como una excelente oportunidad para practicar submarinismo en condiciones de seguridad, en la limpidez incitadora de una transparencia total.

El recorrido de descubrimiento de la isla también debe pasar por Espargos, en las inmediaciones del aeropuerto, donde se puede apreciar su principal centro urbano. Protegido por el interesante Morro do Coral, en cuya cumbre se encuentra una de las grandes esferas del sistema de radares de control aéreo del Atlántico, Espargos refleja, en su creciente estructuración, el desarrollo económico de esta isla, que fue durante varias décadas el único aeropuerto internacional del país.

Construido por los italianos en los años 40, en plena segunda guerra mundial, y finalizado por los portugueses, el aeropuerto que recibió su nombre de Amílcar Cabral, fue también una de las mejores pistas de la región, estratégicamente situada entre Europa y África por un lado, y las Américas por el otro. Actualmente es uno de los pocos aeropuertos de la región de categoría 1, con exigencias superiores a nivel de seguridad.

Sal es una isla cuya población vive orientada al turismo, siendo sus noches cautivadoras y animadas, especialmente los fines de semana. Pueden transcurrir en agradables y relajantes cenas en restaurantes de Santa Maria, Murdeira, Espargos o Palmeira. Durante las comidas, el viajero se sentirá inmerso en el acogedor ambiente caboverdiano: los grupos musicales interpretando las canciones tradicionales del país y los deliciosos sabores de la gastronomía típica son, en algunos casos, acompañados muy de cerca por el susurro del oleaje.

Por otra parte, la animación nocturna es una forma de ser de la Isla de Sal. En la ciudad de Santa Maria, por ejemplo, podemos encontrar cada noche bares o discotecas donde la convivencia con la población local o con los turistas de diferentes nacionalidades es una realidad y que nos permite compartir experiencias excepcionales en las islas de la “Morabeza”.

Vista desde el cielo cuando el avión se acerca a la pista del aeropuerto Amílcar Cabral, muestra un paisaje lunar, en cierto modo decepcionante. Después se presentará como la isla más balnearia y conocida del archipiélago. Nos encontramos en la isla de Sal.

Originariamente su nombre era Lhana, por ser casi llana, a pesar de la peculiaridad de su relieve, pasando a denominarse Sal por la industria que entre el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XX le dio fama, y que hoy está prácticamente abandonada, para dejar lugar casi exclusivamente al turismo.

Actualmente, Sal es la isla con la población más joven del archipiélago, y ha vivido fases distintas de desarrollo que han ido modificando su estilo de vida. En las décadas más recientes surgió la explosión turística de Cabo Verde, a raíz de la cual la isla de Sal se ha convertido en exponente, frecuentada por gente de todo el mundo, pero sobre todo procedente de Europa, a pocas horas de distancia.

Los testimonios de los tiempos de la industria de la sal y aún presentes en el territorio son los de Pedra de Lume, en la región central, no muy lejos de Espargos, principal centro urbano de la isla. La explotación de sal en Pedra de Lume se desarrollaba en el interior del cráter de un volcán extinto. El acceso se realiza a través de un pequeño túnel que parece separar dos mundos, mandado abrir en 1850 por el entonces propietario, António Manuel Martins, que llegó a ser vicecónsul de Estados Unidos y acabó vendiendo Pedra de Lume a franceses de Burdeos, que fundaron en 1919 la Société Salines du Sal y montaron el sistema de transporte que aún se puede ver. En los tiempos dorados de la explotación, la sal se enviaba a toda la costa africana, a Brasil, Inglaterra y Estados Unidos.

Al entrar nos sumergimos en un paisaje único, insólito, donde el color del suelo varía entre el azul turquesa de las aguas, el verde de la vegetación, el castaño de las paredes, el blanco y el rosa de la sal. Imágenes deslumbrantes que quedan registradas en la memoria del visitante. En la actualidad las Salinas de Pedra de Lume son propiedad de la empresa italiana Turinvest Holding, que las dedica a la explotación turística, sirviendo por ejemplo de lugar privilegiado para un descanso reparador y un masaje de sal. Buena oportunidad para recuperar el aliento y continuar el viaje.

La ciudad de Santa Maria, en el extremo Sur de la isla y con fácil acceso desde el aeropuerto, es la zona turística por excelencia, beneficiándose de las ventajas de un extenso arenal dorado de ocho kilómetros y maravillosas aguas turquesa, templadas y transparentes. Además, aquí se encuentran  algunas importantes estructuras hoteleras de Cabo Verde, que han servido de tarjeta de visita para la expansión turística que el país viene desarrollando.

Atractivos durante todo el año, los hoteles de Santa Maria, cada vez más numerosos, han convertido a Sal en un destino turístico muy apreciado en el todo el mundo, donde el turista puede encontrar diversas posibilidades, tanto a nivel de comunicaciones, con las técnicas de última generación, en el acceso a sus cuentas bancarias, con facilidades para retirar dinero, como a nivel de una excelente movilidad, que demuestra la frecuencia de vuelos, tanto a las demás islas del archipiélago, operados por dos compañías nacionales, como a muchos países extranjeros.

En la isla de Sal se ha llevado a cabo el mayor número de inversiones inmobiliarias turísticas, y las que se proyectan para el país en los próximos años, desde Santa Maria hasta Murdeira y Monte Leão, en la costa Oeste, y, en la costa Este, desde Santa Maria hasta Pedra de Lume.

Aparte de las bellezas naturales y las óptimas condiciones de alojamiento, la zona de Santa Maria es un aliciente para los aficionados a los más variados deportes náuticos. Las aguas y los vientos movilizan de tal modo a los practicantes de surf, windsurf y kite surf, que aquí se organizan pruebas de nivel internacional. La pureza de las aguas y el hecho de que se trate de zonas libres de contaminación, garantizan momentos de intenso placer y emoción también para los practicantes de la pesca deportiva, siendo posible adquirir paquetes variados en las agencias de Santa Maria, y del submarinismo, actividad en la que incluso se puede tomar clases y realizar cursos completos.

La artesanía tiene actualmente un atelier, en pleno centro de la Ciudad de Santa Maria, donde artistas locales pueden dar rienda suelta a su imaginación, creando piezas artísticas a partir de simples piedras, corales o conchas, o a través de la pintura y la tapicería. Sin embargo, la gran mayoría de la artesanía que se vende en la isla es de origen continental, por tanto se debe prestar una atención especial al aumento de la producción nacional.

Los apasionados del todoterreno también tienen en Sal un territorio propicio, explorando el relieve arenoso de la isla y buscando rincones pintorescos en un paisaje árido pero lleno de contrastes, que explican claramente que lo que se ve desde el cielo se asemeje a un ambiente lunar.

Si Lhana fue el nombre original de la isla por ser considerada llana, estos descubrimientos permiten apreciar hasta qué punto el nombre original no siempre corresponde a la realidad.
En una de esas expediciones, por ejemplo a las zonas situadas al Noroeste de la isla, el viajero puede encontrar, pasada Palmeira, la villa portuaria de Sal, y Regona, una zona recortada de la costa de especial belleza, un fenómeno natural único en el archipiélago y que se conoce como Buracona. Se trata de un amplio orificio que se ahonda a través de la roca y del cual sólo se consigue ver el fondo con la luz de mediodía, cuando los rayos solares tienen una incidencia exacta. Además de saciar la curiosidad suscitada por la originalidad del fenómeno, el visitante también puede apreciar hasta qué punto son puras y exentas de contaminación las aguas de esta isla.

En las inmediaciones de Buracona, las concavidades naturales en las rocas forman piscinas abastecidas regularmente por las mareas y los envites del oleaje, presentándose una de ellas como una excelente oportunidad para practicar submarinismo en condiciones de seguridad, en la limpidez incitadora de una transparencia total.

El recorrido de descubrimiento de la isla también debe pasar por Espargos, en las inmediaciones del aeropuerto, donde se puede apreciar su principal centro urbano. Protegido por el interesante Morro do Coral, en cuya cumbre se encuentra una de las grandes esferas del sistema de radares de control aéreo del Atlántico, Espargos refleja, en su creciente estructuración, el desarrollo económico de esta isla, que fue durante varias décadas el único aeropuerto internacional del país.

Construido por los italianos en los años 40, en plena segunda guerra mundial, y finalizado por los portugueses, el aeropuerto que recibió su nombre de Amílcar Cabral, fue también una de las mejores pistas de la región, estratégicamente situada entre Europa y África por un lado, y las Américas por el otro. Actualmente es uno de los pocos aeropuertos de la región de categoría 1, con exigencias superiores a nivel de seguridad.

Sal es una isla cuya población vive orientada al turismo, siendo sus noches cautivadoras y animadas, especialmente los fines de semana. Pueden transcurrir en agradables y relajantes cenas en restaurantes de Santa Maria, Murdeira, Espargos o Palmeira. Durante las comidas, el viajero se sentirá inmerso en el acogedor ambiente caboverdiano: los grupos musicales interpretando las canciones tradicionales del país y los deliciosos sabores de la gastronomía típica son, en algunos casos, acompañados muy de cerca por el susurro del oleaje.

Por otra parte, la animación nocturna es una forma de ser de la Isla de Sal. En la ciudad de Santa Maria, por ejemplo, podemos encontrar cada noche bares o discotecas donde la convivencia con la población local o con los turistas de diferentes nacionalidades es una realidad y que nos permite compartir experiencias excepcionales en las islas de la “Morabeza”.

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