Hábitat y demografía

En Cabo Verde, el poblamiento de las diversas islas fue creando condiciones diferenciadas de hábitat, e incluso de organización social. Si Santiago refleja en su hábitat extremadamente diseminado por las montañas la fuga de las poblaciones subyugadas a los señores, hacia los puntos más inaccesibles y de más fácil autoprotección (fujões), sobre todo en la época de los numerosos ataques de piratas a Ribeira Grande, que sembraban el desorden y el pánico, además de la organización del terreno en haciendas de las capillas y morgadios, en los valles y llanuras, y de las parcelas de los forros y blancos pobres en los montes y cutelos, Boavista y Maio por su parte, daban testimonio de la emergencia de una organización comunitaria muy colectiva y ciertamente subsidiaria de gran descentralización cara al poder central. Mientras que en Fogo no pasa inadvertido el mantenimiento de un dominio prolongado de una clase dominante, patente en la figura que es el sobrado, donde el señor vivía arriba, y los criados abajo, perpetuando unos y otros un sistema económico-social esencialmente agrícola, constituyéndose así auténticas “familias” solidarias, a pesar del distanciamiento racial.

Al mismo tiempo que en S. Vicente, la isla cuyo poblamiento fue más tardío, por carecer de agua y pastos abundantes, Mindelo concentra la casi totalidad de la población, dedicada a las tareas marinas y del carbón, además de los poblados pescadores de Salamansa y S. Pedro. Sólo recientemente la importancia económica del turismo ha venido a generar nuevos centros poblacionales, en Baía das Gatas y Calhau.

No es fácil seguir la evolución de la población de Cabo Verde mediante las estadísticas conocidas, aunque se sabe que en el siglo XVI se estabilizó entre los 13.000 y los 15.000 habitantes, concentrados en Santiago y Fogo. Las hambrunas fueron fatales en el archipiélago, diezmando a miles de personas cíclicamente, lo mismo ocurrió con las endemias mortíferas, tales como la malaria, interrumpiendo drásticamente el crecimiento demográfico.

A finales del siglo XVI, la población de Cabo Verde debía rondar los 50.000 habitantes, y a finales del siglo XIX cerca de los 150.000, siendo censados unos 140.000 después de las terribles (y últimas) hambrunas de los años 40 del siglo XX, llegando Cabo Verde a la independencia (1975) con cerca de 285.000, con un crecimiento vigoroso que se debió a dos factores fundamentales, producidos en las últimas décadas antes de la independencia: un programa alimentario de asistencia a los necesitados, unido a trabajos públicos, y a la completa extinción de las endemias. Actualmente, Cabo Verde ha alcanzado el medio millón de habitantes (2008), estimándose que la diáspora se compone por un número de caboverdianos superior a esta cifra. Es decir, la nación caboverdiana cuenta hoy con más de un millón de personas.

Puesto que la población caboverdiana procede principalmente del cruce entre los pobladores africanos negros y europeos blancos, este mestizaje se refleja en más del 70% de población mulata, ya que sólo persiste un 1% de etnia blanca, y un poco más de un 25% de etnia negra.

En Cabo Verde, el poblamiento de las diversas islas fue creando condiciones diferenciadas de hábitat, e incluso de organización social. Si Santiago refleja en su hábitat extremadamente diseminado por las montañas la fuga de las poblaciones subyugadas a los señores, hacia los puntos más inaccesibles y de más fácil autoprotección (fujões), sobre todo en la época de los numerosos ataques de piratas a Ribeira Grande, que sembraban el desorden y el pánico, además de la organización del terreno en haciendas de las capillas y morgadios, en los valles y llanuras, y de las parcelas de los forros y blancos pobres en los montes y cutelos, Boavista y Maio por su parte, daban testimonio de la emergencia de una organización comunitaria muy colectiva y ciertamente subsidiaria de gran descentralización cara al poder central. Mientras que en Fogo no pasa inadvertido el mantenimiento de un dominio prolongado de una clase dominante, patente en la figura que es el sobrado, donde el señor vivía arriba, y los criados abajo, perpetuando unos y otros un sistema económico-social esencialmente agrícola, constituyéndose así auténticas “familias” solidarias, a pesar del distanciamiento racial.

Al mismo tiempo que en S. Vicente, la isla cuyo poblamiento fue más tardío, por carecer de agua y pastos abundantes, Mindelo concentra la casi totalidad de la población, dedicada a las tareas marinas y del carbón, además de los poblados pescadores de Salamansa y S. Pedro. Sólo recientemente la importancia económica del turismo ha venido a generar nuevos centros poblacionales, en Baía das Gatas y Calhau.

No es fácil seguir la evolución de la población de Cabo Verde mediante las estadísticas conocidas, aunque se sabe que en el siglo XVI se estabilizó entre los 13.000 y los 15.000 habitantes, concentrados en Santiago y Fogo. Las hambrunas fueron fatales en el archipiélago, diezmando a miles de personas cíclicamente, lo mismo ocurrió con las endemias mortíferas, tales como la malaria, interrumpiendo drásticamente el crecimiento demográfico.

A finales del siglo XVI, la población de Cabo Verde debía rondar los 50.000 habitantes, y a finales del siglo XIX cerca de los 150.000, siendo censados unos 140.000 después de las terribles (y últimas) hambrunas de los años 40 del siglo XX, llegando Cabo Verde a la independencia (1975) con cerca de 285.000, con un crecimiento vigoroso que se debió a dos factores fundamentales, producidos en las últimas décadas antes de la independencia: un programa alimentario de asistencia a los necesitados, unido a trabajos públicos, y a la completa extinción de las endemias. Actualmente, Cabo Verde ha alcanzado el medio millón de habitantes (2008), estimándose que la diáspora se compone por un número de caboverdianos superior a esta cifra. Es decir, la nación caboverdiana cuenta hoy con más de un millón de personas.

Puesto que la población caboverdiana procede principalmente del cruce entre los pobladores africanos negros y europeos blancos, este mestizaje se refleja en más del 70% de población mulata, ya que sólo persiste un 1% de etnia blanca, y un poco más de un 25% de etnia negra.

Relacionados

Notícias