Gobernador

En 1587 tomó posesión el primer Gobernador, Duarte Lobo da Gama, figura que perduró hasta la independencia, en 1975.

No fue fácil la tarea de los representantes supremos del reino en Cabo Verde, llamados por el monarca a dirimir los derechos e intereses muchas veces antagónicos con los moradores-armadores, que se fueron convirtiendo en los verdaderos señores de las islas de Santiago y Fogo, dominando desde el comercio externo (sobre todo el del “rescate” de esclavos) hasta el comercio interno y la producción propiamente dicha, lo que les confería suficiente peso para ejercer sobre la administración pública una influencia que con frecuencia excedía los límites de la ley (más del 20% de los armadores eran nobles, aunque la actividad de armar navíos les fuera incluso prohibida, por ocupar lugares en la Administración del Estado).

En el siglo XVIII la tensión llegó a ser tan grande entre la figura del Gobernador, reinol nombrado por el monarca, y el capitán mayor, criollo y dominando toda la maquinaria del poder, incluso eclesiástico, que éste reclamaba al rey la supresión de los cargos superiores al suyo (Gobernador y Oidor).

El siglo XIX marca un período de hambrunas y emigración en Cabo Verde. En el último período colonial, en el siglo XX, estuvieron en el Palacio del Gobierno de Playa gobernadores de modo general comprometidos, y a partir de 1960 hasta la independencia, bajo la presión de los movimientos de liberación de las colonias, se registró una actuación que procuró resolver, con relativo éxito, problemas endémicos, como las enfermedades tropicales, las hambrunas o la falta de enseñanza.

La independencia demostró que Cabo Verde estaba no solamente preparado para asumir sus responsabilidades gubernativas, logrando mejorar en pocas décadas todos los índices de progreso, económicos, sociales, culturales y políticos, y atraer una intensa cooperación de numerosos países, incluido la de Portugal, en una sabia demostración de continuidad de su secular cultura integradora.

En 1587 tomó posesión el primer Gobernador, Duarte Lobo da Gama, figura que perduró hasta la independencia, en 1975.

No fue fácil la tarea de los representantes supremos del reino en Cabo Verde, llamados por el monarca a dirimir los derechos e intereses muchas veces antagónicos con los moradores-armadores, que se fueron convirtiendo en los verdaderos señores de las islas de Santiago y Fogo, dominando desde el comercio externo (sobre todo el del “rescate” de esclavos) hasta el comercio interno y la producción propiamente dicha, lo que les confería suficiente peso para ejercer sobre la administración pública una influencia que con frecuencia excedía los límites de la ley (más del 20% de los armadores eran nobles, aunque la actividad de armar navíos les fuera incluso prohibida, por ocupar lugares en la Administración del Estado).

En el siglo XVIII la tensión llegó a ser tan grande entre la figura del Gobernador, reinol nombrado por el monarca, y el capitán mayor, criollo y dominando toda la maquinaria del poder, incluso eclesiástico, que éste reclamaba al rey la supresión de los cargos superiores al suyo (Gobernador y Oidor).

El siglo XIX marca un período de hambrunas y emigración en Cabo Verde. En el último período colonial, en el siglo XX, estuvieron en el Palacio del Gobierno de Playa gobernadores de modo general comprometidos, y a partir de 1960 hasta la independencia, bajo la presión de los movimientos de liberación de las colonias, se registró una actuación que procuró resolver, con relativo éxito, problemas endémicos, como las enfermedades tropicales, las hambrunas o la falta de enseñanza.

La independencia demostró que Cabo Verde estaba no solamente preparado para asumir sus responsabilidades gubernativas, logrando mejorar en pocas décadas todos los índices de progreso, económicos, sociales, culturales y políticos, y atraer una intensa cooperación de numerosos países, incluido la de Portugal, en una sabia demostración de continuidad de su secular cultura integradora.

Autoria/Fonte

Armando Ferreira