Emigración y diáspora

A finales del siglo XVII comienzan los movimientos migratorios de una población doblemente sedienta: conocer nuevos mundos, además de los horizontes cerrados de las islas, y dar alas a la libertad y cortar las cadenas de un largo período de servidumbre.

Las cifras de la diáspora caboverdiana no son rigurosas, sobre todo porque en las comunidades más antiguas existe una gran parte de descendientes de emigrantes ya integrados en las sociedades de acogida, así como numerosos casos de doble nacionalidad. Hay quienes tienen la idea de que la población de caboverdianos en el extranjero es aproximadamente el doble de la comunidad residente. Las estadísticas conocidas apuntan a cifras más modestas, pero aún así confirmando la superioridad en número de la comunidad residente fuera del país.

El flujo migratorio comenzó en Brava a finales del siglo XVII, con la aparición de los balleneros americanos, que necesitaban aprovisionarse de víveres, por un lado, y de mano de obra, rápidamente reconocida como más barata y diligente en las duras tareas de caza del cetáceo, evolucionando la emigración de manera que muy pronto se constituyó en Massachussets (Boston, New Bedford) una importante comunidad de caboverdianos, denominada “Brava’s”. S. Nicolau fue la siguiente isla en proporcionar emigrantes, también en el marco de la faena ballenera, al igual que Fogo. Actualmente, se encuentran en Estados Unidos unos 250.000 caboverdianos. A S. Tomé llegarían numerosos “contratados”, huyendo del hambre que en los siglos XIX y XX devastó las islas del archipiélago. Posiblemente sea la comunidad más indigente emigrada de Cabo Verde, ya que los campos donde fueron a trabajar se encontraban en su mayoría en estado de profunda degradación y abandono, a pesar de las excelentes condiciones naturales para la agricultura. Su número se calcula en unos 20.000. Portugal es el más antiguo destino de la diáspora, y el segundo en importancia, con más de 140.000 personas. Senegal (sobre todo Dakar) alberga unos 20.000. Holanda, con inmigrantes procedentes de S. Vicente, en relación una vez más con el paso de barcos mercantes, fue un importante destino de emigración a mediados del siglo XX; allí residen aproximadamente 40.000 caboverdianos. En Francia existe una comunidad significativa, con unos 20.000 inmigrantes. En Brasil la comunidad caboverdiana es de unas 20.000 personas, muchos de ellos estudiantes universitarios. Angola acoge actualmente a unos 40.000. Italia es uno de los más recientes destinos de emigración, con cerca de 10.000 personas.

La diáspora caboverdiana, que incluye aún muchos otros países, como Luxemburgo, Suiza o España, con unos contingentes más reducidos, es un tema delicado, por diferentes motivos, que abarcan desde aspectos positivos, tales como la presencia de directivos de gran valor y prestigio en diversos sectores de la sociedad civil de acogida, desde el empresariado hasta la política, hasta el saber y el ejercicio de profesiones liberales, o la contribución financiera al progreso del país, tanto mediante  la inversión directa como las remesas financieras o las contribuciones en conocimientos; pero también supone para el país problemas espinosos, tales como el de los caboverdianos descendientes expulsados a Cabo Verde por reincidencia criminal en los países de acogida, o el tráfico de droga que se aprovecha del gran aumento del transporte aéreo hacia el archipiélago y de la extensión de la franja marítima del país.

En la actualidad existe una disminución progresiva de los flujos de emigración en Cabo Verde, debido en parte a las restricciones impuestas por los países tradicionales de acogida, junto con el aumento de los índices de desempleo, pero también porque Cabo Verde ha llegado a ser más atractivo desde que ascendió a la condición de país de desarrollo medio, no sólo para sus nativos, sino también para extranjeros, especialmente procedentes de los países de la costa occidental africana, que ven allí una oportunidad de mejorar sus vidas.

A finales del siglo XVII comienzan los movimientos migratorios de una población doblemente sedienta: conocer nuevos mundos, además de los horizontes cerrados de las islas, y dar alas a la libertad y cortar las cadenas de un largo período de servidumbre.

Las cifras de la diáspora caboverdiana no son rigurosas, sobre todo porque en las comunidades más antiguas existe una gran parte de descendientes de emigrantes ya integrados en las sociedades de acogida, así como numerosos casos de doble nacionalidad. Hay quienes tienen la idea de que la población de caboverdianos en el extranjero es aproximadamente el doble de la comunidad residente. Las estadísticas conocidas apuntan a cifras más modestas, pero aún así confirmando la superioridad en número de la comunidad residente fuera del país.

El flujo migratorio comenzó en Brava a finales del siglo XVII, con la aparición de los balleneros americanos, que necesitaban aprovisionarse de víveres, por un lado, y de mano de obra, rápidamente reconocida como más barata y diligente en las duras tareas de caza del cetáceo, evolucionando la emigración de manera que muy pronto se constituyó en Massachussets (Boston, New Bedford) una importante comunidad de caboverdianos, denominada “Brava’s”. S. Nicolau fue la siguiente isla en proporcionar emigrantes, también en el marco de la faena ballenera, al igual que Fogo. Actualmente, se encuentran en Estados Unidos unos 250.000 caboverdianos. A S. Tomé llegarían numerosos “contratados”, huyendo del hambre que en los siglos XIX y XX devastó las islas del archipiélago. Posiblemente sea la comunidad más indigente emigrada de Cabo Verde, ya que los campos donde fueron a trabajar se encontraban en su mayoría en estado de profunda degradación y abandono, a pesar de las excelentes condiciones naturales para la agricultura. Su número se calcula en unos 20.000. Portugal es el más antiguo destino de la diáspora, y el segundo en importancia, con más de 140.000 personas. Senegal (sobre todo Dakar) alberga unos 20.000. Holanda, con inmigrantes procedentes de S. Vicente, en relación una vez más con el paso de barcos mercantes, fue un importante destino de emigración a mediados del siglo XX; allí residen aproximadamente 40.000 caboverdianos. En Francia existe una comunidad significativa, con unos 20.000 inmigrantes. En Brasil la comunidad caboverdiana es de unas 20.000 personas, muchos de ellos estudiantes universitarios. Angola acoge actualmente a unos 40.000. Italia es uno de los más recientes destinos de emigración, con cerca de 10.000 personas.

La diáspora caboverdiana, que incluye aún muchos otros países, como Luxemburgo, Suiza o España, con unos contingentes más reducidos, es un tema delicado, por diferentes motivos, que abarcan desde aspectos positivos, tales como la presencia de directivos de gran valor y prestigio en diversos sectores de la sociedad civil de acogida, desde el empresariado hasta la política, hasta el saber y el ejercicio de profesiones liberales, o la contribución financiera al progreso del país, tanto mediante  la inversión directa como las remesas financieras o las contribuciones en conocimientos; pero también supone para el país problemas espinosos, tales como el de los caboverdianos descendientes expulsados a Cabo Verde por reincidencia criminal en los países de acogida, o el tráfico de droga que se aprovecha del gran aumento del transporte aéreo hacia el archipiélago y de la extensión de la franja marítima del país.

En la actualidad existe una disminución progresiva de los flujos de emigración en Cabo Verde, debido en parte a las restricciones impuestas por los países tradicionales de acogida, junto con el aumento de los índices de desempleo, pero también porque Cabo Verde ha llegado a ser más atractivo desde que ascendió a la condición de país de desarrollo medio, no sólo para sus nativos, sino también para extranjeros, especialmente procedentes de los países de la costa occidental africana, que ven allí una oportunidad de mejorar sus vidas.

Autoria/Fonte

Armando Ferreira